La colorista y descriptiva obertura sinfónica de Mendelssohn La Gruta de Fingal abrió una velada que se movió entre la agitación y el remanso. Arthur Fagen impuso, desde esta primera obra, un sonido amplio y abierto a la orquesta, que respondió muy bien, con acertado contraste entre las fuerzas del mar y sus remansos. La colorista y descriptiva obertura sinfónica de Mendelssohn La Gruta de Fingal abrió una velada que se movió entre la agitación y el remanso. Arthur Fagen impuso, desde esta primera obra, un sonido amplio y abierto a la orquesta, que respondió muy bien, con acertado contraste entre las fuerzas del mar y sus remansos…..Respiraron a la vez la orquesta y la soprano, bajo una dirección que llevó a la solista, con un tempo, muy apropiado, a su ritmo.La primera sinfonía de Brahms, que el titular ataca decidido y de memoria, fue un torbellino sonoro de principio a fin -siempre dentro de las posibilidades de la orquesta-. El señor Fagen opta por unos tiempos ágiles, como corresponde a contar con una agrupación no muy numerosa, donde no se pueden dilatar en exceso los ecos sonoros. Pero se impuso la claridad de las texturas orquestales, una sobria expresividad, a favor del brillo, y un carácter viril del tempo. Una interpretación incisiva, movida, vibrante. Persuasiva en todos sus movimientos, coherente y sin sobresaltos con el planteamiento inicial … que arrebató al público, por su carácter abierto y directo.o.
Noticias de Navarra, February 15, 2011